Si alguna vez has observado a un amante del vino girar su copa con elegancia antes de llevarla a la nariz o a los labios, quizás te hayas preguntado: ¿Por qué lo hace? Aunque parezca un gesto puramente estético o sofisticado, agitar el vino tiene una razón de ser muy importante en la experiencia de cata. Aquí te explicamos el porqué, cómo hacerlo correctamente y qué beneficios aporta este movimiento.

¿Sabes por qué se agita el vino en la copa antes de tomarlo?

Agitar el vino en la copa, conocido como «oxigenar» el vino, es un paso esencial para liberar su potencial aromático y descubrir su verdadero carácter. Este proceso permite que el oxígeno entre en contacto con el líquido, lo que provoca:

  1. Liberación de aromas: Al girar el vino, se rompen las moléculas aromáticas que permanecen «encerradas» en el líquido, permitiéndonos apreciar mejor sus matices.
  2. Suavización de sabores: Algunos vinos jóvenes o con alto contenido de taninos pueden presentar una estructura más rígida. La oxigenación ayuda a suavizar estas notas.
  3. Descubrimiento de defectos: Si el vino presenta algún defecto, como oxidación o un aroma a corcho, este paso puede ayudar a detectarlo antes de probarlo.

¿Cómo se debe agitar el vino?

Aunque el movimiento parece simple, hay una técnica adecuada para no derramar el contenido ni saturarlo de oxígeno:

  1. Llena la copa correctamente: Sirve el vino hasta un tercio de la copa. Esto deja suficiente espacio para que el vino se mueva libremente.
  2. Sujeta la copa por el tallo: Así evitarás calentar el vino con tus manos y conservarás su temperatura ideal.
  3. Apoya la copa sobre la mesa: Si eres principiante, es más fácil girar el vino apoyando la base sobre la mesa y realizando movimientos circulares con suavidad.
  4. Haz movimientos ligeros: No es necesario agitar con fuerza. Un giro ligero es suficiente para liberar los aromas sin alterar las características del vino.

La importancia del gesto

Agitar el vino no solo es un ritual; es una herramienta para entenderlo mejor. Este paso permite disfrutar plenamente de su complejidad, identificar los aromas primarios, secundarios y terciarios, y anticipar cómo será la experiencia en boca.
Además, es una forma de honrar el trabajo del enólogo y la magia detrás de cada botella, ya que el vino es un producto vivo que evoluciona al contacto con el aire.

 

La próxima vez que descorches una botella de vino, no olvides agitarlo en la copa antes de probarlo. Más allá de parecer un experto en cata, estarás mejorando tu experiencia sensorial y descubriendo todos los secretos que ese vino tiene para ofrecer.

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